6/07/2016

JOSÉ SÁNCHEZ ROJAS- AMIGOS: DON CECILIO BENÍTEZ- PRÓLOGO 'VIOLETAS' (2)




PRÓLOGO
II
...sigue de la entrada anterior (Prólogo de José Sánchez Rojas, al libro 'VIOLETAS' de Cecilio Benítez- 1912)
“Quien pierde la mañana –dicen los libros sagrados- pierde el día; quien pierde la juventud pierde la vida.” Y pierde la juventud, lo más sabroso y expontáneo (sic) de ella, quien no ha escrito o no ha intentado escribir versos nunca, quien no supo rimar, en su corazón, la armonía de unos ojos que nos contemplan, confiados y puros, la voz que nos canta calladamente ensueños, la boca, roja y fresca, que nos promete caricias misteriosas y apoyo blando los días melancólicos de la vida. El amor es nuestro primer maestro. Él nos enseña veladamente la vida. Nuestras primeras nociones personales brotan de sus venturas y desventuras. La tragedia íntima de nuestro destino, los primeros buceos en lo desconocido, las primeras relaciones ocultas de las cosas, nos les revela el amor. Y todo poeta canta estas sus primeras emociones de enamorado.
Cecilio Benítez, para no faltar a esta ley humana, canta también sus aventuras mozas. Descúbrense, a lo largo de sus cantos, las huellas que han dejado en él otros poetas. Sondando los versos de mi amigo con emoción, percíbese pronto el surco de José María Gabriel y Galán, el poeta labrador de las pardas onduladas cuestas, de  las castas soledades hondas y de las grises lontananzas. Amor de nuestra mocedad fué el poeta salmantino, las piedras nobles de Salamanca y la contemplación de la llanura empaparon el espíritu de Benítez de placidez y de calma. Vio la Castilla suave de las riberas del manso Tormes, del turbio Pisuerga, la Castilla de Garcilaso –pinos que se miran en el espejo de las aguas-  y de Fray Luis de León –la fontana pura del huerto agustino, donde se desdeñan las ambiciones y se gustan los sabrosos placeres del silencio.- Esta imagen placentera vive escondida en los versos del poeta, pero vive. Hay un fondo de paisaje material, tangible, en nuestras evocaciones, como hay también –torpe será quien no lo descubra- otro fondo de paisaje moral en nuestros pensares, donde flota vagamente, apenas sin contornos, lo mejor y más puro de nuestros recuerdos. De Castilla canta Benítez a los Comuneros. No sé si
el alto pensar de Don Quijote,
sigue siendo el credo de la raza, que hartos apaleos y moleduras nos costó la peregrina afirmación de que era yelmo de Mambrino la bacía del barbero. ¡Bacía y bien bacía, mi Dios! El despertar fue rudo y lamentable, como despertar de ocioso. Sancho se burló una vez más de Dulcinea. Callaron los poetas de mi Castilla; los proyectos de redención fueron estériles; siguieron los políticos, hueramente, cantando, un sonsonete de tamboril, molesto, machacón, cansino, un himno a la pereza, canto de cigarra en lugar de procesión de hormiga. Como dijo muy bien Unamuno siguieron croando los sapos de los estanques. Cataluña nos trajo, con Maragall, voces de aliento y de entusiasmo, voces que venían de las nubes, para columbrar, al rasgarlas, la patria del ensueño. Los mozos castellanos –me place lanzar esa afirmación en Cataluña, donde ahora vive el Sr. Benítez- no desoímos esas voces. La aurora de Gabriel y Galán fue cantada por el apóstol de San Gervasio. También nosotros queríamos una patria viva, concreta, que renovara sus glorias al resplandor trágico de sus desdichas. En Salamanca –sobre todo- hubo un núcleo que ahora retoña, confiado y optimista, con este núcleo tuvo relaciones el Sr. Benítez. De aquella renovación nacieron sus primeros cantos de esperanza. Por ser un mozo generoso y franco el Sr. Benítez, porque sus cantos son cantos de optimismo y de muchachez, porque espero mucho de su labor futura, porque en la de la hora presente hay atisbos, centelleos, llamaradas, correr de estrellas altivas en noche de Agosto- prologo con gusto su libro Violetas, revelación de un espíritu sano y contento que promete, en su fecundación espiritual, ópimos y muy sazonados y gustosos frutos.»

(Copio un poema de Cecilio Benítez- p.65)

MIS BLASONES
“Guardo en un arca vieja, que venero,
los timbres de mi limpia ejecutoria;
no en pergaminos de dudosa historia,
sino en ricos legados de un guerrero:

una tizona de fulgente acero
que en cien batallas se cubrió de gloria,
y un girón de una enseña que victoria
cantó a la faz de un Rey muy altanero…

Guardo también, con ilusión avara,
un laud, arrancado a los infieles,
que un ascendiente mío conquistara,

y un marchito puñado de claveles,
con que a Zoraida un día engalanara
de Córdoba imperial en los vergeles.”
Cecilio Benítez (*)


(*) Algunos de los trabajos de Cecilio Benítez:
Libros publicados 1921:

Poesías: ‘Rosas de otoño’ 

Novelas: 'EL NOVENO MANDAMIENTO' – '32, ENCARNADO'- 

Artículos en 'La Esfera':

Núm. 392 - 9 de Julio 1921- p.24: Glosas y evocaciones. El Castillo de Bellvis de Monroy 

Núm. 400 - 3 de Septiembre 1921- p.8: Poema 'Costas lejanas'-dibujo Verdugo Landi 

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Como la impresión de 'Violetas' se realizó en Villafranca del Panadés, se me ha ocurrido acompañar con esta música:

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https://www.youtube.com/watch?v=By9mLh4Cd3w
Poema de Vilafranca

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